martes, 20 de mayo de 2014

Hipofrenia 1

La tristeza me ha caído como una gran loza en la espalda, la ansiedad me asfixia y mi depresión ya tiene focos metastásicos en  mi fuerza de voluntad, fe y esperanza. Por más que volteo a todos lados sigo sin encontrar puerto al cual aferrarme y por más que me fuerzo a avanzar y seguir adelante  sigo sin ver la luz al final de este túnel.  Estoy harta, harta de que el 2014 no deje de meterme sancadillas. Si bien no sé rendirme, también es cierto que ya no sé cómo luchar.

No sé si realmente eres el peor de mis males o sólo aquel que disfraza todos los demás y me distrae de una realidad aún más desagradable. Vaya momento para dejarme sola.

No puedo culparte del todo por no estar en los momentos malos, pues no tienes la obligación ni un radar para identificar cuando estuve mal, aunado al hecho de que  no suelo contarte cuando estoy mal (eres de esas personas que me obligan a ser fuerte y me hacen enfrentar mi realidad). Pero la única vez que te necesite de verdad, no estuviste para mi.  A ti se te hace nudo el presente y yo pongo a tu disposición mi energía, mis ánimos y mis sentimientos. No necesitaba que intentaras arreglar mi mundo, nadie tiene el poder de hacerlo por mi. Tan sólo necesitaba que mostraras disposición de escucharme, podría prescindir de ese abrazo que ya no sé  si lo deseaba más de lo que lo necesitaba.
Pero no, te limitaste a unas líneas, a incitar animo con mayúsculas y un coqueteo fuera de lugar.
Con dolor quizás deba aceptar que esta es la señal  de la vida que yo estaba esperando para darme cuenta que es momento de dejar de apostar por ti. No lo pediste y nunca lo has echo, sin embargo yo he estado patológicamente allí para ti siempre. Es momento de que eso se acabé, no tendrás más aquello que ni siquiera tienes la cortesía de cuidar. Sé acabó mi enorme corazón siempre dispuesto a dar amor. No estoy dispuesta a arriesgarlo más por ti, no estoy dispuesta a meter las manos al fuego por un ser atormentado y falto de decisión y convicción. No seré más el paño de lágrimas y el consuelo transitorio de alguien que ni siquiera está dispuesto a escucharme. Y esto  por mera convicción  que por falta de capacidad, porque ya ha quedado claro  que mi capacidad para partirme la madre sin ser correspondida no tiene límites.

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